domingo, 13 de febrero de 2011

FUERZAS ARMADAS EGIPCIAS DISUELVEN EL PARLAMENTO

El Cairo, Egipto 
 
El Ejército egipcio comenzó ayer a desmantelar las instituciones del régimen del ex presidente Hosni Mubarak, que le cedió el poder, anunciando la disolución del Parlamento y la suspensión de la Constitución.
En su “comunicado número 5”, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas también indicó que “asume la dirección de los asuntos del país de manera provisional por seis meses, hasta que se celebren las elecciones legislativas y de la Presidencia de la República”.
El Consejo Supremo, instancia formada por unos veinte generales, decidió “la disolución de la Asamblea del Pueblo y de la Shura”, ambas cámaras del Parlamento, y “la suspensión de la Constitución”, así como la creación de una comisión para enmendar y organizar un referéndum sobre esos cambios.
La disolución del Parlamento, después de las elecciones de fines de 2010, marcadas según la oposición por fraudes masivos, y la revisión de la Constitución, que limita las condiciones de candidatura a la Presidencia, son parte de las reivindicaciones de los manifestantes que condujeron a la caída de Mubarak.
El Ejército indicó que Egipto sigue ligado a los tratados internacionales firmados, lo que fue considerado un mensaje para calmar las inquietudes de Estados Unidos e Israel, preocupados por las consecuencias de los drásticos cambios ocurridos en Egipto sobre los acuerdos de paz israeloegipcios.
Estos acuerdos hacen de Egipto un socio imprescindible para los esfuerzos de paz en la región.
Egipto firmó la paz con el Estado hebreo en 1979, pero la población sigue masivamente opuesta a esta normalización de las relaciones.
El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, dijo ayer que lo sucedido en Egipto no presenta “ningún riesgo” para las relaciones con Israel, al descartar que ocurra allí una deriva de tipo iraní.
El Consejo indicó que gobernará por decreto ley durante el periodo de transición y que su jefe, el mariscal Mohamed Hussein Tantaui, estará encargado de representarlo “en el interior y en el exterior”, convirtiéndolo casi en jefe de Estado. El gobierno de Ahmad Shafiq, encargado de los asuntos corrientes, se reunió ayer por primera vez desde la salida de Mubarak por presión popular.
¿Quién será el siguiente?
La revuelta popular que ha derrocado en menos de un mes a los Presidentes tunecino y egipcio podría propagarse a otros países árabes si no se aplican reformas rápidamente, estimaron ayer los analistas.
El dilema de los dirigentes árabes consiste en “optar rápidamente por un cambio liberal o correr la misma suerte que los de Túnez y Egipto”, advierte Anuar Eshki, director del Instituto de Medio Oriente de Estudios Estratégicos. Obligado a renunciar después de 30 años en el poder, Hosni Mubarak -al igual que el tunecino Zine El Abidine Ben Alí, que huyó de su país el 14 de enero pasado- cedió a la presión de la calle, pero también a la de EUA, del cual era el aliado árabe más cercano, indica Eshki.
Sublevado por la injusticia, el desempleo y la corrupción, “el ciudadano árabe ya no es el mismo de hace dos meses” y “demostró que podía derrocar un jefe de Estado al cabo de dos o tres semanas de manifestaciones”, indica el director del Centro Carnegie para Oriente Medio, Paul Salem. Las sublevaciones populares en esos dos países “tendrán repercusiones en el conjunto de la región”, señala el ex ministro jordano Saleh al Qallab. “Estados Unidos, que alentó el cambio en Túnez y en Egipto, intentará hacer lo mismo en otros países árabes”, explica Al Qallab.
“¿A quién le toca? Nadie puede predecirlo”, agrega el ex ministro, aunque excluye a Arabia Saudita, “donde un proceso de reformas iniciado por el rey Abdalá avanza lentamente debido al peso de la tradición y la religión”.
“Estados Unidos buscará evitarles a las monarquías del Golfo cualquier cambio brutal que pudiera perturbar el aprovisionamiento en petróleo de la economía mundial”, dice Eshki.

No hay comentarios: